Oro Blanco

El caucho. 
El árbol que llora el oro blanco del hombre

por Maximiliano Salomoni 

El "árbol que llora" tal como seria la traducción de la palabra indio-peruana "caucho". El árbol del caucho, como se conoce popularmente a Hevea brasiliensis, es una especie que pertenece a la familia de las euphorbiaceas. Originario exclusivamente de la cuenca hidrográfica del río Amazonas, donde existía en abundancia, este árbol llega a medir entre 20 y 30 m de altura. Su tronco recto y cilíndrico de 30 a 60 cm de diámetro y su madera es blanca y liviana. Posee hojas compuestas trifoliadas, alternas, de unos 15 cm de longitud y de unos 5 a7 cm de ancho. Sus flores son pequeñas y reunidas en amplias panículas. A los 4 años de edad comienza a producir frutos.

Para el hombre, la característica principal de esta especie, es la presencia de caucho (o  como se lo llamó en otra época “el oro blanco”) que se encuentra en el latex de esta especie.

Hoy en día existen pocas especies vegetales de las cuales el hombre y su cultura no saquen algún tipo de provecho.

Este árbol no es la excepción, pero su historia sobresale por lo singular de los hechos que se produjeron en torno a él, con un impacto comercial y cultural que se inició hacia fines del siglo XIX. Veamos primero que es lo que esta especie tiene de particular y luego cuales fueron los acontecimientos socioeconómicos.


El latex. Las especies lacticíferas
Se estima que en el mundo existen unas cuarenta familias y cerca de veinte mil especies de plantas que cuentan con estructuras laticíferas de alguna clase. Apocináceas, sapotáceas, euforbiáceas, moráceas, papaveráceas , asteráceas son alguno ejemplos.
Estas especies contienen “tubos laticíferos”, estructuras vegetales encargadas de la secreción y contención de látex a través del interior de la planta. Estos tubos pueden estar asociados al floema o simplemente dispersos por los diferentes tejidos del vegetal.
El látex contenido en los vasos es una sustancia blanca o amarillenta con una composición de gran complejidad, puesto que entre sus elementos constituyentes se encuentran gomas, aceites, azúcares, sales minerales, ácidos nucleicos, proteínas, alcaloides,  ceras, hidrocarburos, almidón, resinas, taninos y bálsamos.
Aún hoy los botánicos no se ponen de acuerdo respecto de la función que desempeña el latex en la planta. No se ha podido comprobar si constituye un mecanismo de defensa de la misma o un sistema de secreción interna.

El caucho
Formando parte integrante del latex se encuentran las partículas de caucho. En estado natural aparecen en forma de suspensión coloidal en el látex de las plantas productoras, se encuentran cargadas negativamente y tienen un diámetro que se sitúa entre los 0,5 y los 3µ. El caucho generalmente es de un tono blanquecino o incoloro.

Extracción
Desde épocas ancestrales las culturas originarias de América realizaban distintos objetos y usos con el jugo lechoso extraído de este árbol, desde pelotas para juegos, antorchas, objetos impermeables, etc. El jugo lo coagulaban ahumándolo sobre una hoguera.

El método de extracción que aún hoy se sigue empleando para extraer el látex del árbol resulta un tanto “impresionante”: consiste en abrir incisiones en la corteza para que el árbol "sangre".
Cuando la savia con el látex, una leche blanquecina y espesa, resbala a lo largo del tronco, los recolectores de caucho o también llamados en Brasil “seringueiros” la recogen en latas.
Al cabo de unas dos semanas de pausa, las cicatrices del árbol están secas y él se ha recuperado.
Entonces vuelven a hacerles cortes hasta el día en que el látex se agote después de 30 a 35 años.

Esta explotación comienza a partir del quinto y séptimo año de ser plantado y continua hasta los veinticinco o  treinta años de edad del árbol momento en que deja de segregar o “sangrar” el látex. Luego finalizado el sangrado, al árbol se lo mata.

El caucho “crudo” no puede ser conservado por mucho tiempo después de su recolección pues su consistencia se vuelve pronto pastosa y blanda. Por lo que se le realiza un proceso de “vulcanización” que consiste en añadir azufre al caucho para darle más elasticidad,  impermeabilidad y duración.

El caucho en la actualidad
Como ya vimos antes la especie Hevea brasiliensis, no es la única que contiene latex. Algunas especies muy conocidas por todos nosotros como el Ficus común, el diente de león (Taraxacum officinale), el gomero (Ficus elástica) la Estrella Federal (Euphorbia pulcherrima) también contiene latex, pero ninguna especie posee tanta concentración de latex como la Hevea brasilensis. En la actualidad existen grandes plantaciones de injertos de variedades genéticamente modificadas para optimizar cantidad de latex. Las zonas de mayor producción son Malasia, La India, Tailandia, Vietnam y Brasil. Cabe agregar que hoy en día el caucho también se sintetiza artificialmente.

La Fiebre del caucho
El “descubrimiento” del caucho y su posterior comercialización y extracción fue uno de los acontecimientos más importantes en la historia del mundo. Convengamos que el caucho se utiliza para una interminable cantidad de productos tan diversos como neumáticos, impermeabilizantes, suelas de zapatos, bandas elásticas y mil artículos más. Entonces ante este “nuevo producto” las posibilidades de comercialización fueron enormes. Pero vayamos al comienzo.
El descubrimiento de la “vulcanización” y de la cámara neumática dio lugar a una "fiebre extractiva del caucho". Que tuvo su auge entre 1879 y 1912 experimentando, tiempo después a causa de la Segunda Guerra Mundial, un renacimiento entre los años de 1942 y 1945.

El escenario inicial fueron los territorios amazónicos, principalmente Brasil, Perú, Bolivia. La región amazónica, territorio que hasta ese momento no fue de gran importancia económica, permaneció relativamente inexplorado hasta esos años en que se transformó en un escenario de terrible explotación; pueblos aborígenes convertidos en esclavos y obligados a trabajar en condiciones desastrosas. Fueron estos los escenarios donde se desarrollaron grandes masacres y también grandes “negocios”.

“..Los agentes de la Compañía obligan a los pacíficos indios del Putumayo a trabajar día y noche, sin la más mínima recuperación salvo la comida necesaria para mantenerlos vivos. Les roban sus cosechas, sus mujeres, sus hijos. Los azotan inhumanamente hasta dejarles los huesos al aire... Toman a sus hijos por los pies y les estrellan la cabeza contra los árboles y paredes... Hombres, mujeres y niños sirven de blanco a los disparos por diversión y en oportunidades les queman con parafina para que los empleados disfruten con su desesperada agonía ...” W.Hardenburg, 1909
El caucho cobró gran importancia comercial para las industrias Europeas y Norteamericanas, alcanzando un elevado precio. Esto desencadenó la llegada de estas empresas principalmente a Brasil,  con el fin de obtener ganancias con este nuevo negocio. Gracias al caucho florecieron ciudades como Manaus, Belém y otras poblaciones brasileñas que  transformaron en poderosas y modernas ciudades. También en Perú y Bolivia se levantaron fastuosas mansiones de personas que de un día a otro se hicieron millonarios con esta actividad.

Pero en 1885 una maniobra de un inglés, Henry Wickham, un explorador británico, logró sacar  mediante contrabando 70 000 semillas del árbol del caucho fuera de Brasil para plantarlas con éxito en las colonias asiáticas (Malasia) y zona subtropical de África. Liberia y Congo logró socavar la impronta brasilera en el dominio del comercio del caucho. Hacia 1915 se comercializaron las primeras partidas de caucho de estas plantaciones a precios sin competencia posible para los caucheros de la Amazonía lo que provocó su debacle económica de la región.
Durante la segunda guerra mundial Brasil tuvo el segundo auge económico del caucho debido a que las fuerzas japonesas lograron dominar militarmente el Pacífico Sur durante los primeros meses de 1942 e invadieron Malasia, el control de las zonas caucheras de Asia pasó a manos niponas, lo que dio como resultado la pérdida por parte de los países aliados del 97% de la producción de caucho asiático.

El gobierno brasileño pactó un acuerdo con el gobierno estadounidense (Acuerdo de Washington), que desencadenó una operación a gran escala de extracción de látex en la Amazonia que fue conocida como la batalla del caucho.


Para semejante tarea, serían necesarios unos 100.000 hombres. El alistamiento de quien tuviese interés en trabajar en las zonas de extracción en 1943, se realizó en la ciudad de Fortaleza, en el nordeste brasileño.

Millares de trabajadores de varias regiones de Brasil atendieron el llamado del gobierno y se lanzaron a la arriesgada aventura de extraer el precioso látex. Tan solo de la región nordeste se desplazaron a la Amazonia 54000 trabajadores, siendo la mayoría del estado de Ceará. Por esta razón, los nordestinos recibieron el apodo de soldados del caucho.
Nuevamente, la región experimentó la sensación de riqueza y pujanza. El dinero volvió a circular en Manaus, Belém, y en ciudades y poblados vecinos, fortaleciéndose la economía regional.

Para muchos de los trabajadores provenientes del nordeste y otras regiones de Brasil, esta aventura significó un camino sin regreso. Cerca de 30.000 trabajadores del caucho murieron abandonados en la Amazonia, después de haber agotado todas sus fuerzas extrayendo el oro blanco. Murieron de malaria, fiebre amarilla, hepatitis y atacados por animales como jaguares, serpientes y escorpiones. El gobierno brasileño incumplió su promesa de transportar a los soldados del caucho de vuelta a sus lugares de origen al final de la guerra; se calcula que consiguieron regresar (por sus propios medios) tan sólo 6.000 hombres.

Hoy en día la producción cauchera se ha expandido en la faz de la Tierra. Sólo el nombre recuerda hoy en día a su país originario en donde su explotación desempeña un papel secundario en la economía mundial. 

Algunos datos curiosos:
El primer europeo en regresar a Portugal desde Brasil con muestras de caucho, conmocionó al público y fue llevado a los tribunales bajo la acusación de brujería.
Cuando las muestras del caucho llegaron por primera vez a Reino Unido, se observó que un pedazo del material era muy eficiente para limpiar las marcas de lápiz sobre el papel, por lo tanto, recibió el nombre de goma de borrar.

En la década de 1930, Henry Ford, el pionero de la industria norteamericana de automóviles, emprendió la tarea de sembrar árboles del caucho en la Amazonia, con técnicas de cultivo y cuidados especiales, pero la iniciativa no tuvo éxito ya que la plantación fue atacada por una plaga que afectó las hojas de los árboles

Hace 100 años, el Estado Libre de Congo, (así es su nombre) en África fue también una fuente importante de látex de caucho natural, la mayoría obtenida mediante trabajo forzado.

A Liberia se le llegó a llamar el país de la Firestone donde esta compañía tenía inmensas plantaciones.



Bibliografía consultada:
"La casa Arana en el Putumayo. El Caucho y el Proceso Esclavista", Pineda, Roberto. Revista Credencial Historia. Edición 160 de 2003.


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